Comenzamos la etapa final en Artiga de Lin. Delante nuestro se alza la imponente subida hasta el Coll de Toro, una ascensión que desde el primer momento nos pone a prueba. Paso a paso, con la determinación de quien sabe que el camino es largo pero gratificante, vamos subiendo por un sendero que se vuelve cada vez más empinado. Cuando, finalmente, llegamos a la cima, la vista nos recompensa con la espectacular panorámica del Macizo del Aneto y Maladeta, con su majestuoso glaciar brillando bajo el sol. ¡Qué maravilla!
Caminamos hasta el Forau d’Aigualluts, y allí nos encontramos con Xavi, el guía que nos conducirá en la ascensión del día siguiente al Aneto. Con él, subimos hasta el refugio de la Renclusa, donde nos espera una noche corta pero llena de emociones.
Apenas hemos descansado y ya es hora de levantarse: las 4:30 de la madrugada. Nos preparamos con los frontales iluminando el camino pedregoso que nos lleva al Portillon. Al llegar, nos ponemos los crampones y avanzamos decididos sobre el glaciar que nos conduce al Collado de Coronas. La cima del Aneto está envuelta en una espesa niebla, pero nuestra determinación no decae. Con cada paso, con cada esfuerzo, nos vamos acercando a nuestro sueño. Llegamos al temido Paso de Mahoma, y gracias a la ayuda de Xavi, lo superamos con valentía. Y finalmente… ¡Tachán!
¡Hemos conquistado la cima más alta de los Pirineos! Este momento es la culminación de doce días llenos de aventuras, aprendizajes y nuevas amistades. Para todos nosotros, esta ha sido la montaña más alta que hemos subido jamás, y la emoción de haberlo logrado juntos es indescriptible.
Este verano quedará grabado para siempre en nuestra memoria. ¡Nunca olvidaremos las experiencias vividas ni a las personas con las que hemos compartido este viaje! Ha sido una aventura inolvidable.
Muchas gracias Andrii (Austria), Anton (Mónaco), Dayan (Madrid), Huw (Suiza), Jordi (Paraguay), Margarida (Portugal) y Sara (Barcelona).
Èlia y Pau